lunes, 25 de abril de 2016

Redes sociales: se trataba de escuchar y conversar no de gritar



"Los mercados son conversaciones" nos lo decían a finales de los 90 los chicos del Manifiesto de Cluetrain. Y nos lo creímos a pies juntillas, y lo practicamos, y aprendimos y fuimos felices …
Y tratábamos de evangelizar a clientes, amigos y alumnos cuando toda la ola digital como un tsunami explotó cambiando nuestro día a día y nos pedían en diversos foros nuestra modesta opinión.
Hoy aquello suena tan lejano como un regate de Ronaldinho o un verso de Jota en los primeros Planetas. La realidad  mató a la conversación.
 Muchos de los que se creyeron lo de “el mercado son conversaciones” con la boca pequeña, y los que nunca lo hicieron, se han dado cuenta que conversar de igual a igual con clientes, competidores, o simplemente con quien no piensa como ellos lejos de enriquecerlos les provoca inseguridad y cansancio, les "desnuda" demasiado delante de sus clientes y les muestra que hay más realidad y más opinión que la suya.

Otros usuarios de redes han decidido adoptar el  televisivo modelo  “sálvame” ( en cualquiera de sus versiones: corazón, política o fútbol). Y si hoy te asomas a las redes, sobre todo en twitter, es fácil ver analogías con la televisión …   o  hay gritos y mítines o “nos vamos a publicidad”.  

Según un estudio de la consultora RivalIQ  la única métrica de Engagement que creció durante 2015 fue el número de post compartidos. El resto, tales como los likes o los comentarios sufrieron un descenso el año pasado. Es decir cada vez se comparte ( se dispara) más información pero cada vez se comenta menos ( estamos más preocupados en volver a disparar que en hablar).
No tienes más que darte una vuelta por tu timeline para comprobar que esta tendencia hace tiempo que llegó a las redes. Éstas cada vez funcionan más como un gran megáfono con el que convencer al mundo de nuestra genialidad (twitter) nuestra empleabilidad (linkedin) o simplemente lo molones que somos ( Facebook e Instagram) y  , en el peor de los casos, escupir nuestra opinión. Cada vez menos como un lugar donde escuchar, donde conversar y donde co-crear y compartir ideas y conocimiento. 
Diríase que a las redes, por desgracia, cada vez más se viene a gritar, a buscar gresca, a atarcar y cada vez menos a escuchar y conversar.
No sé si por influencia del desembarco masivo en las redes sociales de los personajes de los mass media (famosos, pseudofamosos, políticos, futbolistas, periodistas estrellas e incluso estrellas varias) el ambiente se ha crispado, el debate ha dejado paso a la discusión, las ganas de colaborar a la bronca permanente …
Hay veces que no apetece entrar en un sitio donde como mucho vas a recibir “gritos digitales” de quien no piensa como tú, “mítines publicitarios” del que quiere que pienses como él o  del que te quiere vender algo o venderse a sí mismo ( cuánto daño ha hecho la explosión del personal branding!).
Y además por el camino hemos perdido espontaneidad, conscientes de lo expuestos que estamos  a qué dentro de unos años los “arqueólogos digitales” saquen de contexto tu chascarrillo de sofá condensado en 140 caracteres y lo utilicen como arma arrojadiza.

Algunos lo explican con la teoría de que el español no escucha, simplemente espera agazapado a que el de enfrente tome un descanso en su discurso y respire para entonces meter baza y colocar  la cuña sin tener en cuenta lo que acaba de decir la otra persona. Y así el diálogo se convierte en una sucesión de monólogos. No dejaría todo ello de ser más que un reflejo del estado de la nación entre nublado y amenazando tormenta.
Pudiera haber algo de razón, pero yo me pregunto ¿y qué pasaba hace unos años cuando las redes eran un lugar idílico de conversación y de aprendizaje?.

Llegados a este punto solo cabe tener esperanza. ¿El panorama es tan negativo? ¿Toda la red está dominada por esta ola? Por fortuna no! ... como en Astérix todavía queda “una pequeña aldea poblada por irreductibles galos” que se resiste a sucumbir y sigue haciendo de Twitter, de Linkedin, de las redes …  lugares donde compartir conocimiento, donde hacer o fortalecer relaciones, donde encontrar oportunidades, donde descubrir y acceder a  personas que nos aportan valor, que nos sorprenden y con las que podemos establecer lazos profesionales o personales enriquecedores.

En manos de los que algún día encontramos en las redes ese espacio de conversación está revertir esta situación, conseguir que ese clima de debate, aprendizaje, conocimiento y  colaboración vuelva … o si no  ,sencillamente, habrá que “buscar otro bar” (¿qué son las redes sociales sino un bar?)  para empezar otra vez de nuevo a hablar y escuchar … y aprender.