jueves, 26 de noviembre de 2015

De repente, Gil de Biedma, Bertín y el Black Friday

De repente un día miras el perfil en Linkedin de alguien con quien acabas de tener  una reunión y descubres que nació cuando tú ya estabas estudiando la carrera; de repente ves que determinado grupo hace su gira de 30 aniversario y recuerdas cuando fuiste a verles en aquel garito de Malasaña la primera vez que tocaban en Madrid; de repente tu hijo llega tarde a casa y te das cuenta que repite la mismas excusas que tu balbuceabas en blanco y negro a tus padres cuando Madrid estallaba en technicolor ( mientras tarareabas el CenaRecalentada de Golpes Bajos).

De repente ves los obituarios del periódico y descubres que  escritores, políticos, actores y periodistas que tu recuerdas como si fuera ayer jóvenes y en plenitud van desapareciendo inexorablemente. De repente resuenan en tu cabeza esos versos de Jaime Gil de Biedma en la voz de Loquillo “que la vida iba en serio uno lo  empieza a comprender más tarde”  y esbozas una sonrisa amarga. De repente te encuentras con aquel vecino que era el rey de los billares de la calle de al lado y descubres que es mayor de lo que era su padre entonces y que además lo parece.

De repente descubres que no solo los jugadores de fútbol y los entrenadores sino también los árbitros son más jóvenes que tú e incluso algunos presidentes de club! …  y todavía recuerdas con nitidez cuando te peleabas por los cromos de Neeskens y Leivinha. Y también de Macanás y Montero Castillo.

De repente quedas a cenar con tus amigos y hay un invitada nueva a la mesa. Se llama presbicia y os faltan brazos para alejar el menú de vuestra cara y conseguir ver esa letra cada vez más pequeña. 
De repente te sientas a ver Cuéntame y te sientes el abuelo cebolleta explicando a tus hijos que es aquello de la Movida y donde estabas tu la noche en que se quemó Alcalá20.

De repente incluso esos que luchan por presidir este país y están dispuestos para eso a tirarse en globo, bailar, hacer rafting o entrar en tu casa o en la mía ... también son más jóvenes que tú.
De repente enciendes la tele y aparecen Bertín Osborne y María Teresa Campos y  … entonces desaparecen los cinturones de seguridad, los contenedores de reciclaje y  la gente vuelve a escupir en la calle y a tirar los huesos de aceituna en los bares mientras los ríos de serrín crecen. 
Vuelvo el humo del tabaco a los hospitales y  vuelve “la España del cachondeo y la paella” que tanto echa de menos la estrella de la televisión.

De repente miras por la ventana y llegan las luces de Navidad, las muñecas de Famosa se dirigen al portal ( gracias FiguerolaFerreti),  Freixenet nos desea Feliz Navidad y los polvorones y las peladillas luchan por sobrevivir.

De repente tu que habías vivido pisando el acelerador y sin mirar atrás te descubres buscando el freno, queriendo paladear cada momento.

También de repente hoy es el día de Acción de Gracias ( para mayor gloria de Cascajales) mañana es el Black Friday y el lunes el Cyber Monday.

De repente te das cuenta de que se te hace tarde, y tienes que ir a hacer cola para entrar en el Primark. De repente los versos de Gil de Biedma otra vez en tu cabeza..


lunes, 31 de agosto de 2015

Nueva York y el despegue del soccer


Los domingos son el día futbolero por excelencia en España, o por lo menos era antes de que las televisiones nos descuadraran todos los horarios e hicieran del fin de semana un Carrusel Deportivo sin fin, pero ... ¿os habéis preguntado alguna vez cómo se vive este deporte en los Estados Unidos? ¿es el domingo también el día? ¿hay aficionados más allá de la comunidad latina? ¿los fans lo son de los equipos o siguen a jugadores concretos?

En Nueva York el soccer, (como ellos lo llaman para diferenciarlo del fútbol americano), sigue acumulando aficionados. El fútbol ya no es un deporte minoritario, y la generación más joven se está aficionando al deporte rey. El verano pasado estuve más de un mes en NY y pudo comprobar en los campos cercanos de Battery Park y el Pier 40 como la pasión ( y la habilidad) por el soccer en los menores de 20 años es muy similar a la que existe en cualquier ciudad española.




El equipo insignia de la ciudad, el New York City Football Club. empezó su andadura el año pasado, pero ya tiene una buena legión de fans,  y yo me incluyo entre ellos. Hace justo un año acudí con mis hijos al Yankee Stadium en Bronx a ver un espectacular Manchester City vs Liverpool. El campo estaba lleno y el público seguía con pasión cada jugada ... eso sí, con tiempo para dar cuenta de los hot dogs y las alitas de pollo!. El saque de honor lo hizo David Villa, recién fichado entonces, y en esos momentos el único jugador del recién nacido equipo blue.

El New York City FC existe gracias a otros dos equipos: el Manchester City, (fútbol) y los New York Yankees (béisbol), de ahí los colores de su escudo. El azul cielo rinde homenaje al equipo británico, mientras que el azul es un tributo a los Yankees. ¿Y el naranja? Un guiño a las raíces holandesas de la ciudad de Nueva York.

David Villa, pichichi histórico de la selección española, marcó el primer gol de la historia del New York City FC, todo un registro más que añadir al largo historial del "Guaje". Este verano han echado el resto y han fichado al fantástico Andrea Pirlo, que compartirá vestuario con la estrella británica Frank Lampard y con otro viejo conocido de nuestra Liga, el lateral Andoni Iraola. 
Parece que una segunda era dorada para el soccer en Estados Unidos está empezando tras aquella primera ola que en los 70 llevó a astros mundiales como Pelé, Beckenbauer, mi adorado Neeskens y Chinaglia con el Cosmos como gran icono.

Como apasionado de los espectáculos deportivos, me encantó ir el verano pasado con mis hijos al Yankee Stadium en el Bronx, el estadio en el que juega el New York City FC en la actualidad. Cogimos la línea 4 de metro, que deja justo enfrente del estadio. La temporada de fútbol en EE.UU va de marzo a octubre, por lo que en un caluroso día de verano neoyorquino es imprescindible, refrescarse y ... pasar por caja!. En Yankee Stadium van pasando con refrescos, yo elijo una cerveza para mi (pagada a precio de oro!), y los típicos hotdogs. Un clásico. Mis hijos se decantan por unas
cheese fries, unas patatas fritas bañadas con queso en cantidades industriales. ¡Una bomba!


El ambiente es muy distinto al que se  puede vivir  en un Bernabéu o Camp Nou, y por supuesto no tiene nada que ver con los míticos estadios británicos con esos cánticos que ponen los pelos de punta ... pero los cityzens, (socios del club) son muy entusiastas y , cómo decirlo, muy agradecidos! con cualquier detalle técnico. Me imagino que la conexión Pirlo- Villa que ya ha empezado a dar sus frutos este verano va a levantar pasiones en el Yanquee Stadium.

Si estás en Nueva York y te apetece vivir la experiencia, ir a ver al New York City Football Club y vivir un partido de fútbol al estilo americano. Si prefieres ver otros deportes en Nueva York, hay mucho para elegir dependiendo de la temporada: hockey, baloncesto, fútbol americano y béisbol. En todos tan importante como el partido en sí es la previa y todo lo que rodea al evento deportivo. Nosotros fuimos también a un par de partidos de béisbol. A pesar de los esfuerzos de mi cuñado en sus explicaciones no conseguí llegar a entender la mecánica del juego pero ... el ambiente antes , durante y después del partido es magnífico. Es Estados Unidos en estado puro, una experiencia para conocer un país. No te arrepentirás.

Por lo demás, hoy 1 de Septiembre, feliz vuelta al Tajo ... que es navegable!.

domingo, 26 de julio de 2015

El verano que leí "Maldito United" de David Peace

El verano que leí "Maldito United" también pudo llamarse el verano en el que mis amigos cumplieron 50 años, el verano que operaron a mi padre, el verano que volvimos a Asturias, el último verano que no usé gafas para leer, o el verano que descubrimos que lo del cambio climático iba en serio ...


pero ese verano  fue el verano en el que el Lateral Zurdo leyó "probablemente la mejor novela jamás escrita sobre el deporte" como reflejaba una reseña de The Times que saludaba con contundencia desde la portada de aquella novela.

Fue el verano de 2015 cuando este lateral y un encargado de Top Books como sacado de un círculo de Podemos ( os acordáis "de la formación morada emergente"?) se enfrascaron en una charla enciclopédica sobre libros y fútbol, que acabó en empate presidida por el gran Nick Hornby y escuchada por un alucinado joven dependiente cuyos tatuajes no comprendían tanta pasión para hablar de algo tan banal como el fútbol.
Como resultado de esa charla bajé por la calle Luchana camino del hospital sintiendo la misma ilusión que décadas atrás tenía cuando salía de los sótanos de Gran Vía o de Escridiscos con el disco de turno tan esperado.
Esta noche no dormí, cuando los primeros rayos de sol entraban por la Plaza del Valle de Suchil y las primeras enfermeras del turno de mañana entraban llenas de energía los 44 trágicos días de Brian Clough al frente del Leeds United en aquella aciaga temporada 74-75 estaban llegando a su fin.
La agonía del joven entrenador que solo 2 años antes había asombrado a la Inglaterra futbolera desde las filas del Derby County golpeaba en mi cerebro como un drama clásico donde ambición,traición,éxito y fracaso jugaban sus bazas.

Esa noche, con esas historias del fútbol del siglo pasado, de fútbol con olor a pintas de cerveza y a tierra mojada, con reminiscencias a barra de pub  y a Inglaterra pre-thatcheriana, unos personajes que hacían oposiciones para un casting de Ken Loach me tuvieron toda la noche en vela,

Recuerdo aquella noche de julio de 2015 como si fuera ayer.

La lectura de aquel libro me reconfortó de una tacada con la buena literatura y con las historias contadas con un principio y un final pero también con las islas británicas, con la cultura pop de los suburbios british y sobre todo, con el fútbol con mayúsculas, ese deporte que nada tiene que ver con los Blatter y similares ni con esa prensa de "trinchera y sálvame" ni siquiera con esas megaestrellas convertidos en hombres anuncios esclavos a partes iguales de su mánager y su Instagram.

Todavía hoy resuenan en mi cabeza las vehementes frases de Brian Clough, esa especie de Javi Clemente británico que abandonó una prometedora carrera como futbolista a causa de una prematura lesión y que se consagró en la década de los 70 como uno de los grandes entrenadores de las islas. Odiado y respetado a partes iguales, tras su subida al cielo en el Derby County y su caída a los infiernos en el Leeds, pasó definitivamente a la historia por hacer por 2 veces campeón de Europa al modesto Notthingam Forest.
El libro refleja la permanente pelea con el mundo, al modo de un tal Mou, de un hombre fiel a sus principios y a un único amigo, preso de sus triunfos prematuros y de un destino trágico de la vida.

Si te gusta el fútbol, no lo dudes, corre a tu tienda a comprar este libro. Si no te gusta el fútbol, también.



martes, 21 de abril de 2015

El primer partido de mi vida

El primer partido de mi vida fue en Septiembre, el mes en que cada año empezaba todo: las colecciones de cromos, los últimos fichajes, los amigos que volvían,  también el colegio, las rutinas de las tardes,  los pantalones largos, los días cortos y , claro, la Liga.


Mi tío, y padrino, tenía 3 hijas y una afición futbolera que no tenía salida en su casa. Había convencido a mi padre para que nos hiciéramos socios del Real Madrid los 4 (aun cuando sólo él era del Madrid) . Era una buena solución para dar salida a mi desmedida afición por el fútbol toda vez que el equipo de mis sueños jugaba demasiado lejos.
Así que ahí me ves, por si no era suficiente con ser uno de los 2 del Barça en mi colegio  en pleno barrio de Chamberí en esos años en los que el Barça para diciembre ya tenía perdida la Liga, ahora además cada 2 domingos sería hincha ocasional del Málaga, el Sporting, el Valencia o el que fuera en espera de ese milagro que nunca ocurría: ver perder al club del que era socio.
Aquel día de septiembre, yo acababa de conocer a algunos primos que vivían lejos en la comida del 70 cumpleaños de mi abuela. Habíamos comido en Rugantino, un restaurante italiano elegante y  moderno del grupo Vips (en los 70 cualquier cosa que no fueran macarrones era moderno para un niño de 9 años). Pero yo me había pasado toda la comida pensando en el partido  y preocupado por si llegaríamos tarde a mi estreno.
En aquel septiembre del primer partido de mi vida, Franco todavía vivía, (aunque en las conversaciones que tenían los mayores yo había oído que estaba muy malo y que ya le quedaba poco), Aute estaba a punto de componer “Al Alba” tras la noche más larga y los Alcántara ya debían estar viviendo en San Genaro pero yo por entonces todavía no les conocía.
La tarde del primer partido de mi vida, yo me planté en el Bernabeú conociéndome todas las alineaciones  del Racing, del Hércules del Salamanca, del Granada y hasta del Elche. Mi cabeza estaba llena de oriundos y los Finarolli, Trobbiani, Saccardi, Giuliano, Carnevalli y Caszely no tenían secretos para mí. También conocía el nombre de los reservas, dónde habían nacido, si eran o no internacionales por su país y la altura y peso de muchos de ellos.
Nunca tanta información contenida en un espacio tan pequeño como el de un cromo fue tan asimilada por un niño ( conformando lo que Tomás definiría años después como “maleta de información inútil”).
En el primer partido de mi vida quise que me compraran una almohadilla que como me informaron mis vecinos de localidad además de hacer más confortable el cemento de la grada me serviría “para tirársela al árbitro al final del partido si no me había gustado su actuación”.
En el primer partido de mi vida, y en los siguientes, el fútbol olía a puro, a carajillo, a termo de café ( pasado de mano a mano como vería correr los Minis en El Parador menos de 10 años después). Y en el campo había mucha melena, mucho bigote, poca “tableta de chocolate” y ningún tatuaje.
El primer partido de mi vida, y los siguientes, son recuerdos de gente subida en las azoteas de los edificios  de Concha Espina intentando atisbar algún gol. También de mantas para combatir el frío y de paraguas compartidos … y  de miradas al marcador simultáneo donde aquellas marcas que perdieron la carrera de la modernidad, nos indicaban, no sin cierto suspense, que había habido gol en La Rosaleda o en el Molinón.  Y de fondo el sonido de los transistores, reflejo de las dos Españas ( la más moderna del Butano y Juan de Toro y la más rancia de Hector del Mar y su “un, dos ,tres … Sakuskiya otra ves”)
En el primer partido de mi vida, y en los siguientes ( como en las corridas de Las Ventas) lo mejor estaba en la previa en los bares de la zona donde la gente fantaseaba con lo que pasaría unos minutos después y recordaba el último regate de Amancio o el último salto de Santillana, acodados en la barra de nombres míticos como El Cachirulo, P-6 o José Luis, mucho antes de que la Esquina del Bernabeú y las franquicias lo desnaturalizaran todo.  Nunca el fútbol resulto más sugerente que en la voz de aquellos aficionados que recreaban cada acción con memoria enciclopédica.
En el primer partido de mi vida, descubrí  lo importante que era estar atento a cada acción porque los goles ni se avisaban con antelación ni se repetían... Y Estudio Estadio empezaba muy tarde los domingos.
En el primer partido de mi vida, ya descubrí que en el fútbol estaban permitidas cosas que no estaban permitidas en la vida real a un niño como insultar a la gente, preferentemente al árbitro o al rival. También se podía animar a alguien de tu equipo con gritos tan poco deportivos como “Benito mata” o hacer chanzas sobre posible defectos físicos del rival.
En el primer partido de mi vida descubrí una muy curiosa camaradería entre personas y familias que no tenían nada que ver excepto la proximidad cada 15 días de una localidad, el amor a unos colores, un enemigo común y la memoria del sufrimiento y la alegría compartidos.

El primer partido de mi vida, lo ganó como casi todos los de esa temporada, y de las siguientes, el Madrid para disgusto del niño que era y de los jugadores  y seguidores del Racing de Santander y  para felicidad de mi tío y de sus compañeros de asiento… y de mis amigos de clase.
En el primer partido de mi vida Amancio y Breitner, precisamente Breitner, fueron los autores de los goles.

martes, 17 de marzo de 2015

¿Qué tienen en común Woody Allen, Carles Puyol y Mats Wilander?


Preparando una clase sobre emprendedores y plan de negocio rebusqué en alguna historia de deportistas  de esas  que luego tan bien funcionan y reparé en dos historias que merecen la pena: dos historias sobre el equilibrio entre talento y esfuerzo de dos deportistas a los que he admirado: el tenista Mats Wilander y el futbolista Carles Puyol.

Carles Puyol, uno de los jugadores más emblemáticos del fútbol europeo de los últimos años y capitán del mejor Barça de la historia, era un jugador más de la cantera del equipo blaugrana que no destacaba especialmente por sus condiciones técnicas, por su habilidad con el balón ni por su elegancia en el juego, rodeado como estaba de los mejores jóvenes de su generación reclutados por todo el país.


Pero ya entonces su entrenador en categoría juvenil  vaticinó que Carles sería de los que seguro llegaría al primer equipo. Y no lo haría por sus condiciones técnicas sino por la confianza en sí mismo, por sus ganas de llegar y de triunfar. En definitiva por no rendirse, por “insistir” … por su dedicación y esfuerzo cuando los demás levantaban el pie del acelerador. Después de una carrera de más de 15 años en el primer nivel tanto en su club como en la selección parece que aquel entrenador no se equivocó.

Mats Wilander, uno de los grandes tenistas suecos de la historia y uno de los grandes nombres del tenis del último cuarto de siglo pasado, es un deportista que vivió en carne propia la otra cara de esta historia: las consecuencias “levantar el pie del acelerador”.
Cuando era uno de los 3 mejores tenistas del mundo y con 7 Grand Slams ganados decidió que “la vida era algo más que tenis”  y que no hacía falta seguir entrenando 8 horas diarias (que, por otra parte, era lo que había hecho desde que tenía 6 años)  … que su vida merecía algo más.
Mats pensó que no pasaba nada por dejar de pelear por ser el número 1 e intentar vivir algo más cómodo acomodado en una posición más relajada en el top ten mundial.



Lo que pasó es que un año después  estaba por debajo del top 50. Simplemente descubrió que el resto de tenistas que ocupaban los primeros 50 puestos de la clasificación trabajaban, entrenaban e “insistían” para llegar a ser el número 1 aunque no lo consiguieran. Que el deporte profesional, igual que la vida y la empresa, rara vez premian las medias tintas.



Y en esas estaba preparando el power point cuando se cruzó en mi timeline de twitter  una de esas frases redondas que por suerte además no es de Paulo Coelho sino de un genio mucho mayor y con el que además he disfrutado mucho más que con el escritor brasileño. Estoy hablando del gran Woody Allen, alguien por otra parte poco sospechoso de practicar mucho deporte.


Al director neoyorquino se le atribuye aquello de “ El 90% del éxito se basa simplemente en insistir”. Lo podían haber dicho Puyol o Wilander pero lo dijo el autor de Annie Hall, alguien que goza de éxito y reconocimiento después de una carrera de más de 40 años pero que sigue a sus casi 80 años rodando una película al año y que aún en los momentos en los que pareció que la crítica y ,sobre todo, el público americano le volvía la espalda insistió una y otra vez en su particular visión del mundo y en sus historias urbanas.

Así que amable lector, si estás intentando sacar adelante tu propio proyecto, si estás iniciando tu carrera profesional, si acabas de cambiar de empresa, si tienes tu propio negocio, si tienes una idea, si todavía no la tienes pero la estás buscando, si crees que has encontrado el camino … “insiste” no queda otra … el mercado, google, tus compañeros y tus clientes  te lo premiarán y tu lo agradecerás.  

jueves, 12 de febrero de 2015

25 cosas imprescindibles que ver y hacer en Nueva York ( además de las que ya te imaginas)

Nueva York es una ciudad maravillosa que produce una sensación extraña: por una parte todo nos resulta familiar (todo lo hemos visto ya gracias al cine y a la televisión) y por otra parte en cada esquina y en cada viaje no deja de sorprender.

Sin ánimo exhaustivo aquí van 25+1 recomendaciones para que tu próximo viaje a Nueva York sea inolvidable. Son apuntes desordenados de mi experiencia en el verano de 2014 en Nueva York, de 30 días de disfrutar una ciudad fascinante ... Espero que os gusten.


0- Empezamos por la comida nacional: la hamburguesa. Si queréis comer una hamburguesa en NY debéis hacerlo en Shake Shack, una cadena de hamburguesas gourmet ... espectacular!! Nos hicimos muy fans. Empezaron en el quiosco central de Madison Square Park hace 10 años (siempre tiene colas aunque haga frio o calor) y ahora hay unos 20 por toda la ciudad.

1- Pasear el sábado por la mañana por Bleecker Steet en el Greenwich Village. Algunas de las tiendas más cool de NY y donde viven las estrellas del cine, la música…. Empezar el paseo en la esquina de la 11th West con Bleecker en la famosa (y diminuta) Magnolia Bakery inmortalizada por la serie Sexo en Nueva York

2- “Eataly”  Un multiespacio gastronómico en la esquina de la 23th con la 5ª Avenida con restaurantes y tiendas de productos gastronómicos italianos. Es espectacular, cuenta con varios miles de metros cuadrados! Esto sí que es lo que se llama hacer “marca-país”

3- Muy cerca en Madison Square Park, el paraíso de los Foods Trucks.  Es lo mas “in” de Manhattan, puestos de comida callejera donde hacen cola todos los pijos que trabajan por la zona. Algunos puestos alcanzan un nivel de sofisticación que no tienen nada, nada que ver con los puestos de perritos y si con restaurantes de lujo

4- En una ciudad como Nueva York cualquier ahorro cuando vas de viaje es bueno. Aquí vamos con el primer consejo: museos gratis !! En Museos como el Metropolitan o el de Historia Natural aunque todos los carteles (y todas las Guías!) te hablen de precios de 20 o de 25 dólares no hagas caso. Son “precios recomendados”, si buceas en su web verás que dicen que es “precio recomendado” pero que aceptarán cualquier aportación del visitante desde 1 céntimo! En otros museos como el MOMA (por ejemplo el viernes por la tarde)  hay días gratis. Esto último sí te lo cuentan en todas las guías.


5- Pasar por la rivera del Rio Hudson. Desde Battery Park al Pier40 (donde nuestros hijos hicieron el campamento de beisbol). Terreno ganado al mar convertido hoy en parques, puerto deportivo, pistas de deportes, sitios para conciertos (el  verano de 2014 desde blues todos los jueves a ... Teenage Fanclub y, claro, todo gratis) ... vistas preciosas de la Estatua de la Libertad y de New Jersey

6- ABC Carpet, una tienda de decoración de 6 plantas espectacular en 888 de Broadway cerca de Flatiron 

7- Tomar un te, un café en Sara Beth. A tu madre seguro que le encantará, hay 5 en Manhattan, elegante, mermeladas caseras (un Living London pero a lo bestia)  

8- Descubrir Chipotle, .. la cadena de comida mejicana que se estudia en las escuelas de negocio de todo el mundo y que ha hecho que ningún americano de menos de 25 años se le ocurra entrar en un McDonalds cuando piensa en comida rápida. Los gurús dicen que es la evolución del fast food al casual food. En cualquier caso los tacos y los burritos están muy buenos.

9- Tomar una hamburguesa en un antro escondido dentro del elegante hotel Le Parker Meridien en la 57 

10- Si quieres ver un museo original, el Tenement es el museo. Está en el Lower East Side, y te cuenta cómo vivían y como eran las casas de los emigrantes que llegaban a Ny en el siglo XIX. Luego puedes ir a comer un sandwich de pastrami el Kaltz y sentarte en la mesa donde Meg Ryan tuvo un orgasmo en Cuando Harry encontró a Sally (es como si fueras a Mingo o San Ginés pero en Nueva York)
  
11- Para comprar zapatillas, lo más barato y con mucha oferta es Modells (hay por toda la ciudad)   

12- Las dos mejores opciones para comer pizza,  son baratas y buenísimas:  Two Boots   y  Joe´s Pizza . Pero, disfrutaréis más en la Two Boots de cerca de Broadway: 15 tipos de pizzas, todas con nombre que rinden homenaje a clásicos de la música, carteles de conciertos y la leyenda de que allí de pie donde tu estás comiendo han comido pizzas todos los que tienen algo que decir en la música de los últimos 50 años.

13- Coger el ferry naranja que sale de Battery Park y va a Staten Island. Es gratis y sale cada media hora. Vistas muy chulas y desde muy cerca de la Estatua de la Libertad  sin tener que pagar por ello.  Y ya que va de barcos, coger en el Pier 11 ferry-taxi para Brooklyn. 7 euros 4 o 5 paradas buena opción para ir a Williamsburgh y al otro lado de Manhattan junto al Parque del río Hudson el ferry a New Jersey (no por el destino sino por el recorrido y por las vistas de NY)

14- Nos hicimos fans de un sitio muy chulo: el MeatBallShop, un sitio para comer albóndigas, si, si … albóndigas. Solo hay 5 tipos de albóndigas, 5 tipos de salsas y 5 guarniciones. Hay unos cuantos por toda la ciudad. Es un concepto de negocio original que seguro que triunfará en España ( gente guapa, mucho tatuaje, mucha barba y locales en los sitios “in” desde Williamsburgh al Lower East Side). Mola!!


15- Un buen link con tiendas para compras neoyorquinas. Desde el clásico Century21 (como os podéis imaginar mucho más lleno de españoles que los museos, claro) a otras de electrónica. En Brooklyn, en Lafayette Ave un outlet de Gap de esos que solucionan todos los regalos para la familia en España.

16- En la 5ª Avenida llegando a Central Park y junto a una tienda muy original de Apple (subterránea) está la tienda de juguetes con el piano gigante de la peli “Big”. La tienda se llama FAO Schwarz. Por si os apetece hacer el payaso a lo Tom Hanks. De tiendas, desde luego no deberíais olvidar las calles del Soho (las marcas más conocidas tipo Converse o Uniqlo en Broadway y las más cool en las calles aledañas tipo Ben Sherman). También merece la pena Anthropologie ( ropa, complementos y cosas de casa). Por ejemplo hay una justo al lado del Chelsea Market, otra en el Soho  ...

17- El CBGB (en el Lower East side) mítico local donde debutaron Los Ramones y todos los grupos del punk neoyorquyino de final de los 70. Hoy convertido en tienda de ropa y memorabilia, y lugar de peregrinaje de mitómanos, pero que conserva todo el sabor con carteles y las paredes originales con los grafittis conservados (como si  el Rock Ola madrileño - con sus baños y todo-  hubiera sido convertido en una tienda de ropa cool  en vez de en un Carrefour Express)

18- Al lado de Washington Square (imprescindible si hace buen tiempo gandulear un rato en la plaza viendo música en vivo, gente peculiar, percusión y todo tipo de actividades), esta la mítica “jaula” para ver a cualquier hora baloncesto callejero (mejor que un partido de la ACB) en la esquina de la Avenida de las Américas con la 4th Street. Merece la pena ver un poco de baloncesto

19- En la zona de Chelsea, el Chelsea Market, antigua fábrica de Galletas Oreo convertida en un espacio gastronómico con multitud de opciones ( desde italiano y mexicano a todo tipo de orientales). Antes, para completar la excursión a esa zona de la ciudad merece la pena, un paseo por el High Line: las antiguas vías elevadas del metro convertidas en jardín urbano y ejemplo de la constante reinvención de la ciudad.

20- Nosotros nos hicimos muy fans de los supermercados orgánicos Whole Foods. Hay mucho por la ciudad, y es una buena manera ( no barata, eh! pero buena) a tomar el pulso a la cesta de la compra de los habitantes de Manhattan. También vale para comprobar que el aceite de oliva es de Italia, el queso de Francia, el vino de Sudáfrica, el jamón serrano no existe … Mi sobrino lo llamaba “la panadería de los 50 dólares” porque vas a comprar una baguette y te acabas gastando 50 dólares en 4 cositas.

21- En vistas desde el cielo además de lo que ya sabéis ( la eterna duda entre el Empire State y el Top of The Rocks) hay una mucho más fácil : la azotea del Met ( es solo una quinta planta pero las vistas de Central Park son inolvidables). Lo abren con el buen tiempo, consultad en la web del museo si estará abierto ya en marzo.
Sobre NY desde cielo en este link os cuentan 19 vistas de la ciudad desde las azoteas . Será por opciones?

22- A la espalda del edificio Dakotta (donde John Lennon conoció a  aquel fan tarado llamado Chapman), pasear por Columbus Ave para descubrir en sus tiendas, en sus mostradores, en sus portales y en sus restaurantes como viven los “ricos de toda la vida” del Upper.


23- Tomar un brunch el domingo en Harlem en el Red Rooster (en el 310 de Malcom X Boulevard) No lo hicimos pero nos quedamos con las ganas ( nos lo enseñaron después de una misa “un pelín para turistas” en Harlem). Sitio muy trendy, no barato, con músicos cantando góspel, gente guapa en las mesas y esa sensación de “estar viviendo una experiencia única” con la que sorprender a la vuelta a todos aquéllos que se creen que conocen NY.

24- Tomar algo por la noche en St. Marks Place, la calle más malasañera de NY. Multitud de pequeños locales. Dejad que vuestro instinto os guíe. Ah! y además para los mitómanos podéis descubrir las casas que aparecen en la portada del “Physical Grafitti” de los Zeppelin.

25- En NY ir de mercadillos es toda una religión. A nosotros nos encantó uno de Brooklyn. Se llama simplemente “The Flea” y funciona todos los sábados en dos sitios : Fort Greene y también en 176 Lafayette Avenue, entre las avenidas Clermont y Vanderbil  (solo entre abril y octubre). También estuvimos en otro chulo (también en el patio de un colegio, era los domingos en Columbus Ave como a la altura de la 80-82).

NADA MÁS, DISFRUTAD !!!!!