miércoles, 7 de marzo de 2018

Todos necesitamos fake news

De vez en cuando se ponen de moda palabras, de vez en cuando hay palabras recién nacidas que parecen que han estado toda la vida en nuestras conversaciones, de vez en cuando hay modas que nos desbordan. En tiempos de postverdad ( es decir, de pre-mentira) todo el debate se centra en las fake news y, a la vez, se inunda de fake news.
Y salen los adalides de la verdad ( sin post) diciendo que ahora es más necesario que nunca el periodismo de toda la vida, que lo único que protege al ciudadano ( qué manía con protegernos) de todas estas noticias falsas son las cabeceras de prestigio, las firmas contrastadas, las firmas de siempre, el rigor del oficio periodístico... pero luego las redacciones de los medios digitales se llenan de pantallas que detallan cada click de cada noticia, lo que funciona y lo que no, y ese ranking es el que marca el rigor y el rumbo de las noticias.
No solo hay que ser el primero que lo cuente, hay que ser el que más "tráfico" genere, medido en la dictadura de un click. Ya no se busca influir, crear opinión, movilizar a los lectores ... lo único que se busca es tráfico que soporte los gráficos de un power point que enseñar a los jefes, a los inversores, a los clientes, a los anunciantes ... El drama del periodismo actual, el drama del periodismo digital.
Y en medio nosotros consumiendo mucha más información ( ¿os suena "infoxicación"?) de la que somos capaces de asimilar. buscando nuevas fuentes, nuevas voces que calmen nuestras dudas, que apuntalen nuestras creencias.
Y además estamos presos del efecto burbuja, navegamos por páginas que confirman lo que pensamos, entramos a diarios digitales que reproducen lo que pensamos ( "qué casualidad" pensamos), debatimos en grupos de whataspp donde todos piensan lo mismo que nosotros y reenvíamos memes que nos llegan, sin confirmar su veracidad por más peregrino que pueda parecer lo que en él se afirma, incluso reenvíamos noticias que no hemos llegado a abrir pero tenían un titular tramposo. ¿Para qué vamos a contrastarlo,si coincide con lo que pensamos o con lo que queremos pensar?, ¿para qué si reafirman nuestras convicciones? ¿Para qué?
Y mientras allí fuera, fuera de la pantalla la brecha cada vez es más grande, cada vez hay más "ellos" y "nosotros", cada vez estamos más lejos, cada vez más distancia entre los bandos, cada vez más bandos, cada vez más convencidos de nuestra verdad, cada vez más convencidos de que, cómo si no, "nosotros" somos los buenos y ellos los malos.
Y mientras la actualidad inexorablemente va escupiendo temas, temas que aleatoriamente nos distraen de lo importante y nos reafirman en nuestras endebles creencias, Y para cada tema nuevo a los dos lados del ring la legión de defensores y de detractores, dispuestos a no escuchar ni dialogar sino a repetir a gritos sus argumentos ( los propios o los comprados) por twitter, mar y aire.
No queremos escuchar, no queremos aprender, queremos convencer.
Y ahora piensa en el tema que quieras ( feminismo, Cataluña, Trump, populismo, refugiados, corrupción, emigración, autonomías, religión,  ...)  y piensa en tus fuentes, dónde te informas, de quien y de qué te fías. Y piensa por un momento por qué los del otro lado piensan en cada caso distinto. E intenta entender al otro.

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